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Como si vender la propia obra fuese un crimen, o ganarse la vida con la misma, el peor delito. Siempre están los que gustan despotricar con los que alguna vez fueron 'under' y a fuerza del trabajo sostenido hoy gozan de los beneficios del mercado.
En lo personal, prefiero vindicar a aquellos que alcanzaron el éxito (masivo o no) sin necesidad de sacrificar sus ideales o prostituirse en sus trabajos. Por eso hoy vuelve Banksy; quien hasta hace algunos años fuera para muchos dios del stencil y hoy, ya consagrado, le llueven críticas de los más fundamentalistas e independientes artistas urbanos. ¿Cuánto en esas críticas hay de celos y de envidia? un dilema para las propia consciencias.
Vendiendo sus obras a miles o poniendo plata de su bolsillo para volcar su estigma en la pared, Banksy se hizo grande por su obra, por su empeño y su disciplina, por su síntesis crítica y su capacidad retórica, no carente de la más ácida ironía. Y es grande también por las muchas puertas que abrió a todos los que inspirados en su trabajo, alguna vez salimos a stencilear paredes de las ciudades de aquí y de allá, como si fueran nuestras. Quizás, porque siguiendo las premisas de aquel viejo y querido Basquiat, y de algunos otros pioneros, nos hicieron dar cuenta que, definitivamente, las paredes SON nuestras, y que están ahí para tomarlas. ⊠
max
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