Se habló de estar y volver a estar, de fuertes latidos que nunca han sido molestos. Volver, al galope y cuando atardece, siempre ha sido una sensación muy poco parecida a la realidad.
Se habló de presencias olvidadas que reaparecen porque han perdurado en las retinas.
Pero el espacio necesita de otro sudor, de lágrimas cercanas que hacen reaparecer sonrisas. De esas que lloran, perduran, y desearíamos que nunca se retiren.
Me pregunto si los olores son siempre los mismos. El miedo abunda cuando se cree que olfatear el ahora no será lo mismo que antaño. La necesidad del abrazo se hace latente, no deja respirar. Existen cifras, para todo y para todos. El misterio hace que esas cuantidades extrañas se apoderen de nuestros sentidos.
Definitivamente el atrás ha tenido ese gusto dulce que siempre se quiere recuperar. Supongo que la materia nunca es la misma. Aunque se manifieste imitando a sus cómplices.
Se ha destruido todo y entonces, la nada da lugar a esos nuevos pensamientos.
Respirar aún me hace acordar. Respirar hasta a veces me hace entender el por qué de algunas cosas.
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Un exquisito nuevo disco. Y no diré nada más.